5 de septiembre de 2009

PORTUGAL QUERIDO

Cuando éramos pequeños y nuestros padres decidieron llevarnos a Portugal a mi hermano y a mí, por nuestras mentes infantiles se pasaron las mil y una películas de todo tipo. ¡OH Dios, íbamos al extranjero! ¿Qué tipo de seres nos encontraríamos por allí? ¿Cómo serian sus casas? ¿Cómo nos íbamos a entender con ellos? Ni que decir tiene, que la noche anterior nos costó conciliar el sueño, pero los mismos nervios del viaje, y las riñas de nuestros padres, finalmente hicieron que cayésemos en brazos de Morfeo. Al día siguiente cuando comenzamos nuestro viaje, mal sabíamos nosotros que el tan anhelado extranjero estaba a tan solo tres cuartos de hora de nuestra casa, (hoy en día, con la mejora de las carreteras será media hora ). Lo curioso del caso, es que con la ansiedad de llegar, aquel viaje se nos estaba haciendo eterno, y solo se reavivó nuestro entusiasmo, cuando nuestro padre nos dijo ¡estamos llegando!. Y de pronto ¡la frontera española!, ¡madre mía, que miedo daba aquello! Después de esperar en una fila de coches, que iban parando delante de la autoridad, llegó nuestro turno. Dos policías muy serios nos piden los pasaportes, aquello desde luego prometía, tenia todo los ingredientes que nos habíamos imaginado, si no ¡a que venia tanto control de la gente y tanta seriedad!, Después de pasar ese tramite, nos adentrábamos hacia nuestro destino por un imponente puente de hierro, debajo el río Miño, encima las vías del tren que unían los dos países por ferrocarril. El corazón empezó a palpitarme tan fuerte que casi no podía respirar, ¡quería ver a los extraterrestres, ya!. Cuando salimos del puente, nos volvimos a parar en otro edificio, nuestro padre nos dice ¡ya estamos en Portugal!, ¡pero que dices!, ¡no puede ser!, ¿esos policías, son portugueses?, pues claro, ya hemos llegado. Adiós, ¡pero si son iguales a nosotros!. La desilusión que tuve en aquel momento he de decir que con los años se volvió verdadera ilusión por volver cada vez que tengo oportunidad, pues aunque en aquel momento no lo viera (era muy pequeña), Portugal si que es diferente. El encanto de sus casas con sus cortinas de ganchillo, el encanto de su paisaje, de sus gentes, de su gastronomía, de su música. Tan diferente, como para hacer una revolución con claveles en los fusiles.
Este año, Jesús y yo hemos vuelto al encanto del país querido, hemos vuelto a perdernos por sus pueblos. Solo han sido un par de días, pero como siempre hemos vuelto felices de allí. Apulia es el lugar que hemos elegido, sobre todo por el poco tiempo del que disponíamos, y por ser un lugar cercano a Vigo.

Playa de Apulia.




Puente que unía antiguamente España y Portugal. Todavía está en uso.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bien escrito, muy bonitas memorias
(Pero la traduccion no sirve para nada. Soy frances, he tratado ver como era : es malissimo traduccido)

Vincent

Margot y Marga dijo...

Gracias Vincent, por lo que deduzco, creo que algo as pillado.
Un saludo.

Alicia dijo...

SI PRECIOSO SIEMPRE PORTUGAL!!!
FUI MUCHAS VECES A VALENÇA DO MIÑO....
COMO ME GUSTA...
AHORA ME PASO MAS POR CHAVES QUE ESMUY LINDO TAMBIEN.
CONOZCO MUCHO DE PORTUGAL Y LO ADORO!!!
SALUDITOS
ME ALEGRO QUE TE GUSTE MI BLOG-